lunes, 8 de noviembre de 2010

Prólogo y capítulo 2 de Savater

En primer lugar, me gustaría dar mi opinión sobre las dos citas que aparecen justo antes del prólogo, que dicen así:
“Los hombres han nacido los unos para los otros; edúcales o padécelos” Marco Aurelio
“El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender” Montaigne.
La 1ª cita es bastante buena, pero cuando no se les puede educar, no hace falta padecerlos, hay una tercera opción, “ignorarlos”, aquellos humanos que no comparten nuestras ideas de pensar no tenemos por qué ignorarlos, pero podemos “pasar de ellos”. Aunque tiene otra interpretación, y es que si no les educas bien, vas a estar continuamente padeciendo.
La 2ª cita es excepcional, estoy completamente de acuerdo con ella, ya que el proceso de aprendizaje-enseñanza es una continua estimulación e interacción entre profesor y alumno.
En el prólogo el autor manifiesta su disconformidad con la sociedad actual respecto a las prioridades de enseñanza en la educación, reprocha que se invierte más en las enseñanzas superiores, sin tener en cuenta que cuando más podemos influir en los alumnos son en las primeras etapas. También encontramos un pensamiento con el que no estoy en total acuerdo, y dice así: “En cualquier educación, por mala que sea, hay los suficientes aspectos positivos como para despertar en quien la ha recibido el deseo de hacerlo mejor con aquellos de los que luego será responsable”. Porque sí que es cierto, que todos queremos educar “mejor” de lo que nos han educado a nosotros, por muy bien que lo hayan hecho, siempre pensamos que nosotros seremos mejores padres y madres (solo el tiempo dirá), pero aquellos desdichados que no tienen ni medios ni recursos, pero si una muy mala educación, dudo mucho que quieran educar mejor que la educación que ellos han recibido, siempre hay excepciones. Y la frase que más me ha llamado la atención del prólogo es “Una buena educación no siempre deriva buenos resultados, lo mismo que un amor correspondido no implica una vida feliz”. Ya que ahí entramos en una polémica de si el maleducado “nace o se hace” o sobre la vida sentimental de las personas, que puedan ser felices o no a pesar de encontrar/tener amor.

En cuanto al capítulo 2, Savater comienza exponiendo que los padres son los primeros educadores en la vida de una persona. Mencionando también la importancia del tiempo a la hora de educar y de que el educador tenga conocimientos/experiencias sobre una educación (buena).  Después menciona que debido a que somos humanos, cualquiera de nosotros puede enseñar (mejor o peor), como por ejemplo los niños pequeños, que aprenden cosas los unos de los otros. Pero ello no quita que el educador no sea diferenciado de otras profesiones ya que el ámbito de la enseñanza es una profesión. También aclara los conceptos educación-instrucción, y menciona el concepto de las capacidades abiertas y capacidades cerradas, donde las abiertas se refiere a infinitas, que nunca se pueden aprender de manea concreta ni ser especialistas; mientras que en las cerradas sí, como por ejemplo atarse los cordones, leer etc. Por tanto, hace hincapié en que aprender es una habilidad abierta, y hay que estar siempre enseñando a aprender, y aprendiendo enseñando.

Para concluir, Savater expone la necesidad de la formación de la personalidad como uno de los retos de la enseñanza escolar y manifiesta su disconformidad con el currículum oculto que está presente en la educación actual.

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