lunes, 8 de noviembre de 2010

¿Qué es la educación?

                                    ¿Qué es la educación?
Para responder esta pregunta, haré una definición propia basándome en todo lo leído al respecto sobre la educación. Por lo tanto, para mí, la educación es un proceso continuo en el que intervienen como mínimo dos personas, en el que hay un intercambio constante de papeles respecto al educador-aprendiz, o lo que es lo mismo, enseñar/educar conllevan aprendizaje, del mismo modo que el aprendizaje conlleva educación.
Desde el principio de los pensamientos filosóficos pasando por Aristóteles hasta Platón, incluso Montaigne con su cita “El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender”, se sabe que la interacción profesor-alumno es indispensable en todo buen aprendizaje. Y yo estoy muy de acuerdo con ese pensamiento, como según Platón era el método “hermenéutico” o “mayéutica”, el cual consistía en el arte de saber hacer las preguntas adecuadas para que los discípulos/alumnos saquen por sí mismos la verdad/ la respuesta. Evidentemente no todo va a ser preguntas y respuestas, pero considero que el aprendizaje es algo más que explicar, narrar, contar o incluso castigar, sino en cómo y cuándo aplicarlo de manera adecuada  (mediante las experiencias). Por supuesto no podemos pretender que en la sociedad de hoy en día que desde los maestros de infantil de alumnos con 3 años hasta los profesores de bachillerato con 18 o universitarios, sean los encargados de educar/educarnos. Ya que la educación viene dada principalmente por los padres, influyendo de manera caracterizadora la sociedad, la religión, los amigos, el entorno … y de manera complementaria/auxiliar el profesor. Porque si dependiese del profesor única y exclusivamente la ardua tarea de educar, ¿cuándo enseña los conocimientos necesarios para aprobar en la escuela de la vida? Por ello, pienso que si los padres no son los propulsores de la educación de sus hijos, éstos estarán faltos de ella, y ni en el mejor de los casos, por muy buen maestro que se tenga, si el alumno no quiere aprender… (No hay más ciego que el que no quiere ver).
En conclusión, como dice Savater: “Una buena educación no siempre deriva buenos resultados, lo mismo que un amor correspondido no implica una vida feliz”, así que por muy bien que nos eduquen/eduquemos no tiene por qué conllevar buenos resultados en el complejísimo mundo del proceso enseñanza-aprendizaje.

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